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La Flora Intestinal. Silencioso aliado.

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Ocurre cada día más frecuentemente que el sistema inmunológico de nuestros hijos nace debilitado, no pudiendo defender al niño frente a posibles agresiones externas (virus, bacterias, hongos, parásitos, tóxicos en la forma de metales pesados o productos químicos…). Un sistema inmunológico debilitado (lo que normalmente significa una flora intestinal pobre que provoca un intestino permeable) no solamente no protege de estas sustancias peligrosas, sino que no las elimina correctamente, las absorbe, permitiendo que campen a sus anchas en el torrente sanguíneo y en cualquiera o todos los órganos, incluido el cerebro.
Esto puede manifestarse de muy diversas maneras y con muy diversos diagnósticos: alergias, asma, piel atópica, intestino irritable, déficit de atención, hiperactividad, cansancio, depresión, dolores musculares… autismo…
 
Vamos concienciándonos de la importancia de llevar una vida sana. Es bueno para esto cuidar la alimentación y evitar en la medida de lo posible, todo aquello que pueda dañar nuestra salud. Pero cuando existe una intoxicación o una intolerancia a alimentos, no es suficiente con cuidarnos y tomar complementos alimenticios (vitaminas, oligoelementos, etc.). En estos casos también se hace necesaria la eliminación de los agentes causantes de los síntomas de la enfermedad. Esto significa que es primordial hacer “limpieza” y eliminar todos los tóxicos y microorganismos nocivos.
No todo el mundo tiene el sistema inmunológico en las mismas condiciones, están aumentando las alergias y las intolerancias alimentarias que se ven en los niños desde muy pequeños. El autismo y otros trastornos como el déficit de atención están multiplicándose exponencialmente hasta el punto de que algunos autores lo denominan “pandemia”… Se hace urgente tomar conciencia y medidas en este campo para evitar que las nuevas generaciones nazcan y vivan enfermas o haciendo un sobreesfuerzo para manejar con un mínimo éxito su día a día.
La medicina ortomolecular es una medicina sin medicamentos. Busca tratar los problemas de salud con sustancias solamente naturales, sin que sean químicas. Busca que las células del cuerpo tengan lo que necesitan para estar sanas: aportando lo que les falta y eliminando lo que les sobra y está haciendo daño.
 
Por esto realiza una limpieza de tóxicos y aporta sustancias necesarias para fortalecer el sistema inmunológico o lo que sea necesario.
Cada día más niños están intoxicados.
Nosotras (educadoras infantiles) lo vemos en el trabajo, niños con problemas emocionales que cambian de un día a otro sólo por un cambio en su dieta o porque un día por casualidad no han desayunado por ejemplo.
 
Rosina Uriarte
 
 
Publicado en NaturCoach
 
Nuestro colon, ese tubo de aproximadamente un metro y medio, se caracteriza por tener a su servicio un poderoso ejército de miles de millones de microorganismos que velan por la seguridad de éste, limpiándolo e impidiendo que proliferen bacterias y levaduras dañinas para él.
Este silencioso ejército recibe el nombre de flora intestinal o microbiótica, y esta flora compuesta por al menos 200 especies distintas de bacterias y levaduras es diferente en cada individuo. Imagina un jardín, compuesto por numerosas plantas de distintas especies, en función del sustrato, del fertilizante o del terreno, proliferarán un tipo u otro de plantas, y en función de como cuides ese jardín, se convertirá en un bonito vergel o en un sucio vertedero.
¿En qué momento comienza a crecer la flora?
Antes de nacer, nuestro colon es un lugar estéril, sin vida. No es hasta el mismo momento del parto que nuestro intestino grueso comienza a poblarse por bacterias y levaduras, y al cabo de unas 72 horas, millones de estos seres vivos ya se han instalado en él. ¿Y de dónde procede toda esta vida? De la flora vaginal de la madre, la cual a su vez depende de la flora intestinal de ésta. De este modo, una madre que haya llevado una alimentación sana en las semanas anteriores al alumbramiento, y gocen de una buena flora intestinal, le darán a su hijo una excelente herencia de especies microbianas.
Pero ¿qué ocurre con los bebés que nacen por cesárea? Pues bien, los pequeños que no han tenido la suerte de tener un parto natural reciben su dosis de bacterias del entorno, y por desgracia el entorno hospitalario no es el mejor lugar donde recibir para este tipo de herencia, ya que suelen estar poblados de bacterias resistentes a los antibióticos. Es por esto que las madres deben de tener especial cuidado con la flora intestinal de los niños nacidos por cesárea ya que éste hecho puede acarrearles problemas digestivos para toda la vida.
¿Por qué es tan importante la flora bacteriana?
flora intestinal colon 
 
La flora bacteriana cumple principalmente con dos tipos de funciones, una función nutritiva y metabólica, y una función protectora directamente relacionada con nuestro sistema inmune.
Desde el punto de vista metabólico, la flora bacteriana, participa en la fermentación de componentes de los alimentos que no podemos digerir, como almidones, pectinas y celulosa, así como en la putrefacción de péptidos de las proteínas generando ácidos grasos de cadena corta beneficiosos para el organismo.
La flora intestinal juega un papel fundamental en el correcto funcionamiento de nuestro sistema inmune, por eso no es de extrañar que en el tejido del colón y en sus mucosas residan el mayor número de células inimunocompetentes. Las bacterias que residen habitualmente en el tubo digestivo desempeñan un papel clave en la resistencia del organismo a ser colonizado por otros gérmenes aparte de aquellos con los que ya convive. Por esta razón, los modelos animales libres de gérmenes son muy susceptibles a las infecciones.
Los enemigos de la flora.
flora intestinal 
 
El importante equilibrio de nuestra flora intestinal, como un jardín vivo, se encuentra en constante evolución, cambiando continuamente a lo largo de nuestras vidas en función de nuestros hábitos y factores externos del ambiente en que vivimos. Estos desequilibrios pueden provocar síntomas leves, o en el peor de los casos pueden ser causantes potenciales de la muerte. Existen dos tipos de agentes que pueden alterar peligrosamente este equilibrio:
  • Factores internos o endógenos: Sistema inmunitario deficiente, enfermedades metabólicas, heridas internas, estreñimiento crónico…
  • Factores externos o exógenos: Un dieta desequilibrada, tratamientos con antibióticos, vacunas, estrés y ansiedad, intoxicación por metales pesados, pesticidas y aditivos alimentarios…
¿Cómo cuidar nuestra flora?
El objetivo es mejorar el terreno para que proliferen las bacterias probióticas, apodadas así por ser “beneficiosas para la vida”, en detrimento de las bacterias patógenas que son puertas abiertas a la entrada de peligrosas enfermedades.
Para ello vamos a listar una serie de buenos consejos o buenas prácticas para conseguir este objetivo:
 
kefir 
 
  • No consumir azúcar ni productos que lo lleven como añadido. Favorecen la proliferación de flora fúngica que altera el sistema inmunitario. Un consumo elevado de azúcar produce hiperglucemia y, consiguientemente, hiperinsulinemia, que provoca la formación del tumor cancerígeno y acelera el crecimiento de células tumorales.
  • Reducir el consumo de carnes rojas, grasas saturadas y lácteos.
  • Tomar alimentos ricos en fibra. La fibra es un alimento prebiótico, es decir, estimula el crecimiento de bacterias probióticas. Protege y regenera la mucosa intestinal. Encontraremos fibras solubles en la fruta, legumbres y cereales pobres en gluten(arroz, mijo, avena…).
  • Consumir alimentos fermentados. Son ricos en bacterias probióticas. La leche fermentada, como el kéfir es un claro ejemplo.
  • Beber 2 litros de agua al día.
  • La higiene tanto de las manos a la hora de la comida así como la higiene del lugar donde se vaya a comer es importante en este proceso.
  • Evitar el estrés prolongado.
  • Hacer deporte.

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